Páginas Código

lunes, 8 de agosto de 2011

LA SECUNDARIA UNA NUEVA ESCUELA

Después de cursar la primaria, hemos pasado nuestros primeros seis años de escuela, en los que logramos sentirnos parte importante de un lugar, de un grupo; parte de la vida de un maestro, a quien uno conoce lo suficiente, como para saber cuál es su método de enseñar, para considerarlo un amigo o tal vez hasta un miembro de la familia; seis años en los que nuestros compañeros de banca han sido los mismos, son nuestros amigos, conocemos sus casas, sus familias, y creemos que siempre será así. Pero el ciclo termina y todo cambia, porque dejaremos de ser los “grandes” para ser otra vez los “nuevos”, los que no saben nada, lo que tienen que aprender todo.

La secundaria es un lugar incierto, en el que ni el aula, ni el pupitre, ni el maestro son realmente nuestros. Ahora hay que ir de un lugar a otro, cambiar de profesor cada hora, y tratar de acoplarnos a muchas novedades en nuestro proceso de aprender.
Cecilia y Lalo, acaban de ingresar a la secundaria, hay en ellos esa emoción que experimentamos ante lo nuevo, pero al mismo tiempo, un desconcierto y hasta un miedo ante lo desconocido. Es su primer día de clases y se encuentran de pie en medio del patio de la escuela. Hay gente por todos lados; es evidente que los estudiantes de 2° y 3° ya se conocen pues forman grupitos y platican, mientras tanto, los de nuevo ingreso miran hacia todos lados tratando de encontrar un lugar para sentirse mejor.
Suena el timbre, todos se acomodan en las filas correspondientes a su grupo, Cecilia y Lalo, se ubican en la asignada al 1° B, saben cuál es su lugar porque en el curso durante las vacaciones se los dijeron, así como también les comunicaron que ahora todo sería distinto, que tendrían un maestro por cada asignatura, un taller, una clase de educación física y otra de educación artística. Por el micrófono alguien les da la bienvenida y presentan al personal maestros, secretarias, intendentes y demás, el del micrófono ordena que pasen a sus aulas, avanzan los de 1° A y el miedo aumenta, ahora les toca a ellos y suben aquellas escaleras con una emoción terrorífica, entran a un salón lleno de bancas individuales, se acomodan en la primera que encuentran vacía y esperan. Un hombre entra y da indicaciones de no hablar, no salir del aula y esperar al maestro. Nadie sabe quién es, todos suponen que es el “prefecto”, una figura nueva que se encargará de poner el orden.
Aparece el maestro, impartirá Biología, en medio de un silencio sepulcral y en tono serio comienza a comunicarles las reglas de su clase, las necesidades de su materia, la lista de materiales: un cuaderno, lápiz y pluma tinta negra. Suena entonces el timbre, todos dudan qué hacer, algunos más extrovertidos como Ricardo y Mariana, salen a investigar y los demás los siguen. El “prefecto” se acerca y les indica que deben ir a otra aula. Es un salón idéntico al anterior, pero ahora una maestra los recibe con una alegre sonrisa. La materia es inglés, la teacher Martha insiste en que deben sentirse como en su casa, entre risas les habla de la manera en que impartirá su clase, todo se relaja un poco y el miedo desaparece por un momento. Sigue el día y cada hora significa una materia y un maestro diferente, un montón de instrucciones y estilos distintos de enseñar y tratar a los estudiantes.
El timbre otra vez, llegó la hora del receso, porque ya no se llama recreo, el recreo es para los niños, y ahora ellos son “grandes”. 20 minutos de desubicación, de reunirte con otros que tampoco saben qué hacer, ni de qué hablar, sólo sentarse juntos y esperar a que termine. Finalmente concluye el descanso y nuevamente el estudio, conocer otros tantos maestros, intercambiar monosílabos con los nuevos compañeros y anhelar que el primer día en la escuela termine.
Después de algunas semanas, Cecilia, Mariana, Lalo y Ricardo, han comenzado a sentirse más a gusto en su nueva escuela, ya están conociéndose y se vislumbran grandes amistades, los maestros aún no los reconocen por su nombre, pero ellos ya los tienen más que ubicados, ahora empiezan a saber cuando correr, cuando hablar, cuando guardar silencio y como hacer para sortear la severa vigilancia del prefecto.
Un saludo a los alumnos de nuevo ingreso